Por el Dr. Lars Schulhoff, Jefe de Departamento, Autoridad de Trabajo, Asuntos Sociales, Familia e Integración, Ciudad Libre y Hanseática de Hamburgo
¿Cómo pueden los niños y los jóvenes servir de enlace entre los actores profesionales de la red, e incluso convertirse ellos mismos en actores de la red en la construcción descrita a continuación?
Los niños y los jóvenes tienen un lugar establecido como miembros de la sociedad. Están representados en muchos ámbitos de la sociedad, y ellos mismos aparecen como actores sociales. Los jóvenes son visibles en el deporte, en la esfera cultural, en las asociaciones e incluso en la política. Sin embargo, a pesar de estas actividades, su voz rara vez se escucha en la sociedad.
En este sentido, poco ha cambiado en los últimos años, aunque la cuestión de los derechos y las oportunidades de participación de los jóvenes ha llamado cada vez más la atención. La pandemia de coronavirus, junto con su impacto en nuestras sociedades, ha puesto de manifiesto una vez más este fenómeno. Se habla mucho de los niños y los jóvenes y se decide por ellos, pero los propios jóvenes apenas tienen voz en el resultado. ¿Qué puede explicar este fenómeno y cómo se puede contrarrestar?
Hace muchos años, Hamburgo se propuso definir los barrios urbanos como espacios sociales y reforzarlos de forma específica. Como ciudad-estado, Hamburgo aprovecha su estructura municipal para contemplar esta cuestión desde una perspectiva transfronteriza. Sin embargo, también es capaz de orientar los recursos de sus estructuras en el centro de la ciudad hacia los retos particulares a los que se enfrentan los espacios sociales en los distintos barrios de la ciudad.
En estos espacios sociales operan diversos actores. En este breve ensayo, nos centramos especialmente en la perspectiva de los servicios de asistencia a los jóvenes. Los servicios de asistencia a los jóvenes representan un alto porcentaje del total de la mano de obra de los servicios sociales y, sin embargo, la mayoría de la gente no tiene contacto con las organizaciones de servicios a los jóvenes. Las cuestiones relativas a la protección de la infancia no se discuten ampliamente en la sociedad, ni por parte de los adultos ni de los propios jóvenes. Así, a primera vista, parece que los niños y jóvenes que están en programas educativos residenciales o no residenciales pueden contribuir poco al fortalecimiento de los espacios sociales en los que residen, al menos en lo que se refiere a este rol en particular.
Junto con la asistencia educativa, el trabajo infantil y juvenil es también un componente importante de los programas de bienestar juvenil. Sin embargo, el trabajo con los jóvenes se ha enfrentado a la competencia en los últimos años. Los programas escolares de jornada completa, que consumen una cantidad importante de tiempo en los horarios de los jóvenes, es una de esas fuentes de competencia. El avance de la digitalización en la sociedad es otra fuente, ya que el tiempo que se pasa en línea compite cada vez más con el gran repertorio de posibles actividades de tiempo libre que ofrece la ciudad de Hamburgo.
¿Qué tiene esto que ver con la infancia y la juventud como vínculo entre los socios de la red del espacio social?
Hamburgo se ha propuesto crear redes más profundas entre los actores existentes con los que los niños y jóvenes pasan el tiempo en el espacio social, tanto espacial como funcionalmente. Mencionamos aquí específicamente tres categorías de actores: las escuelas, los clubes deportivos y las organizaciones de trabajo para jóvenes, todos los cuales deberían seguir desarrollándose en la dirección del trabajo de los medios de comunicación para jóvenes. El programa Ciudad Social ha contribuido a concienciar de que los residentes activos de un barrio pueden contribuir a lograr un alto grado de activación en su espacio social. Los programas de bienestar juvenil de Hamburgo se centran en gran medida en los espacios sociales, con el objetivo de reforzar la capacidad de autoactivación de cada barrio. Estos programas crean vínculos entre los actores, con los jóvenes activos sirviendo de puente, y así llegan a todos los grupos sociales. En este sentido, el conocimiento de las capacidades de otros actores se perfila como un factor de éxito.
Un amplio abanico de circunstancias y motivaciones puede proporcionar tanto una razón para la cooperación intensiva entre los actores como un camino hacia las soluciones. Entre ellas se encuentran los déficits de aprendizaje, los deportes y las actividades físicas, y los propios problemas psicológicos de los jóvenes o de sus padres; sin embargo, estas motivaciones también pueden extenderse a los esfuerzos por proporcionar interacciones seguras con los medios de comunicación, la integración en el espacio social debido a la colocación fuera del hogar en programas de atención residencial o a las barreras lingüísticas, o simplemente el deseo de crear entornos de espacio social saludables que faciliten el bienestar del joven gracias a una red de contactos sociales.
En cada caso, todos los actores comparten una preocupación común por el bienestar del mismo joven. Aquí es donde se hacen visibles las necesidades de los niños y jóvenes. En el futuro, esta población también debería tener una voz más destacada a través de otras formas de participación. Una vez dado este paso, los niños y los jóvenes dejarán de ser simples eslabones de una red y se convertirán en actores de la red por derecho propio.